Mientras escribo estas líneas, sigue en estado crítico el gran corredor de Formula 1 Michael Schumacher, todo sabrán que sufrió un grave accidente mientras esquiaba con su hijo fuera de las pistas marcadas para la práctica del esquí.
Yo nunca he esquiado, si he hecho marchas por las montañas llenas de nieve, las estaciones de esquí preparan con cuidado cada invierno las pistas con señales y protecciones para que los practicantes de este bello deporte sepan por donde deben ir y así librarles de los peligros de árboles, avalanchas o rocas en el camino y sufrir un grave accidente.
Casi todos los esquiadores fallecidos en los últimos años murieron por hacerlo fuera de las pistas señalizadas.
¿Que mueve a un esquiador a ir por donde no debe, jugándose la vida?
¿Porque ignorar los peligros que entraña salirse de lo señalizado y enfrentar peligros que pueden costarle la vida?
Quizá la aventura, el subidón de adrenalina, no se, solo lo sabe el que conscientemente ignora las advertencias y se lanza a tumba abierta montaña abajo.
Esto me hace pensar en la vida y la eternidad, en las palabras de Jesucristo.
Sus palabras en los evangelios nos advierte de los peligros que encontraremos a lo largo de la vida, de los engaños del diablo queriendo empujar a cada persona a vivir al límite y fuera de referencias y normas, solo buscando una aventura y experiencias nuevas.
Vivir fuera de pistas señalizadas puede ser excitante, sin duda, pero puede acabar en tragedia, por no escuchar, ni seguir las indicaciones que Dios nos da.
Cada uno se juega en el descenso de la vida el alma y una eternidad, perdido o salvado. Dependiendo que clase de pista hayamos escogido para vivir.
Hay camino que al hombre le parece camino de vida pero su fin es muerte.
Para no equivocarnos cojamos el camino señalizado por el hijo de Dios, pagó con su vida en la cruz el que tengamos hoy un camino seguro de vida eterna.
Él dijo yo soy el camino, la verdad y la vida.
El camino (la pista) de Jesús esta libre de peligros y acaba en el cielo.
JoseLu.